El desconocimiento de las causas del cáncer de mama hace imposible una prevención primaria orientada a eliminar esos factores causales. Pero como conocemos de algunos factores de riesgo para el cáncer de mama, las investigaciones recientes han tratado de bajar la incidencia del cáncer de mama reduciendo el consumo de grasas, consumiendo más aceite de oliva o administrando medicaciones antiestrogénicas como tamoxifeno o raloxifeno en las mujeres de alto riesgo.
Las opciones actuales para reducir el riesgo de cáncer de mama y de ovario según Brekelmans (2003) incluyen:
Pero para la mayoría de las mujeres, como antes se ha dicho, la prevención no está resuelta. Por ello, actualmente se considera muy importante el diagnóstico precoz del cáncer de mama, cuya finalidad es identificar la existencia del tumor maligno antes de que sea clínicamente evidente, de manera que los tratamientos actuales disponibles puedan reducir tanto la pérdida de mamas en la mujer como la mortalidad por cáncer de mama.
Para ese diagnóstico precoz pueden ser útiles la autoexploración mamaria y la exploración clínica por parte del médico, pero la verdadera detección precoz está basada casi exclusivamente en la mamografía.
La autoexploración ha sido criticada, pero aunque tenga el riesgo en algunas mujeres de temor, obsesión y hallazgos o consultas recurrentes, con la debida instrucción debe ser eficaz. Tiene como objetivo que la propia mujer se haga una revisión periódica de sus mamas, con lo que una vez acostumbrada a su propio patrón de normalidad, puede detectar precozmente la presencia de alteraciones. Teniendo en cuenta que las mamas son órganos superficiales y asequibles a la palpación y exploración, que en más del 70% de los casos con cáncer de mama el signo guía es el tumor o "bulto", que la mayoría de las mujeres advierten por sí mismas la lesión cuando tiene un determinado tamaño de modo accidental al ducharse o al vestirse, y que la mayor parte de los cánceres de mama se palpan cuando tienen un centímetro o más de diámetro, momento en el cual muchos de ellos no han producido metástasis, podría concluirse que la autoexploración mamaria por parte de la propia mujer está al alcance de todas ellas en nuestro entorno y podrían detectar tumores de pequeño tamaño, en un estadio clínico curable y susceptibles de tratamientos menos agresivos.
Igualmente, la exploración clínica es un complemento eficaz en la evaluación de mujeres asintomáticas. Nosotros pensamos que toda exploración ginecológica debe incluir la exploración mamaria, y que en muchos casos podrían detectarse más precozmente cualquier lesión mamaria si esto se hiciese de manera rutinaria en las revisiones ginecológicas periódicas.
Pero los diferentes estudios realizados hasta ahora lo que han comprobado ha sido un significativo descenso de la mortalidad, al tiempo que se incrementa la proporción de tumores in situ y sin afectación ganglionar, con la detección precoz basada exclusivamente en la mamografía. Y lo que se discute son los límites de edad para iniciar y realizar el examen mamográfico y los requisitos para conseguir resultados óptimos.
Ante las cada vez mayores evidencias del beneficio de la mamografía en mujeres menores de 50 años, actualmente se considera que la primera mamografía en una mujer sin factores de riesgo debería hacerse a los 40 años, y entre los 40 y 49 años debería realizarse mamografía cada 1-2 años. A partir de los 50 años, la mamografía debe hacerse cada 2 años, salvo otras recomendaciones. En mujeres con factores de alto riesgo, la mamografía debe ser anual a partir del momento que se detecte el factor de riesgo. En las mujeres con antecedentes familiares en primer grado de cáncer de mama, diagnosticada antes de la menopausia, deberían realizarse mamografías periódicas a partir de los 35 años. Y en las mujeres con terapia hormonal sustitutiva de la menopausia (THS) debe realizarse mamografía previa y luego también se recomienda control anual mientras dure el tratamiento.
No obstante, independientemente de las recomendaciones previas, los programas de screening o cribado poblacional, como el existente en la Comunidad Valenciana, dependiente de la Conselleria de Sanitat e incluido en el Plan de lucha contra el Cáncer, se había dirigido en principio a todas las mujeres entre 45 y 65 años, pero actualmente ha incluido también a las mujeres hasta los 70 años; y consiste en una mamografía bilateral de doble proyección en la primera vuelta y proyección única en vueltas sucesivas, repitiéndolas a los 6 meses en casos probablemente benignos, o remitiéndola al Hospital de referencia para completar estudio en los casos sospechosos o probablemente malignos.