En otro tema de interés fue expuesta la infección por el virus del papiloma humano (VPH o HPV) como enfermedad de transmisión sexual y causante de las lesiones precancerosas (CIN o displasias del cervix) y, naturalmente, del propio cáncer de cuello uterino. En los 3 últimos años se han introducido ampliamente dos vacunas eficaces contra los tipos de HPV oncogénicos.
La infección de transmisión sexual por virus HPV de alto riesgo oncogénico puede causar lesiones precancerosas (CIN) y cáncer de cuello uterino. Sin embargo, también debe tenerse en cuenta que en más del 80% de los casos, el propio organismo elimina el virus y solo en los casos persistentes puede aparecer la lesión precancerosa, displasia o CIN, que con el tiempo podría llegar a ser un cáncer infiltrante o invasor. Y en ese otro tema referido también fue expuesto:
Los conocimientos han evolucionado de manera importante y las dos vacunas eficaces contra los tipos de HPV oncogénicos ampliamente introducidas en los 3 últimos años han sido:
El fundamento de las vacunas para HPV radica en la consecución mediante ingeniería genética de unas partículas similares al virus (llamadas VLP) a partir de una proteína de la cápsula vírica y que son antigénicamente idénticas al virus, es decir que generan anticuerpos frente al mismo. Esas partículas VLP carecen del ADN vírico y por tanto serían como el cascarón del virus, de manera que al ser administradas no pueden producir infección en la persona vacunada pero sí generar una reacción inmunógena con gran producción de anticuerpos neutralizantes. Esos anticuerpos formados en las personas vacunadas llegan a los epitelios genitales por difusión y allí impiden la unión de los HPV a las células epiteliales, y por tanto, impiden la infección por HPV. Además, la seropositividad conseguida con la vacuna para los tipos 16 y 18 dura muchos años en la mayoría de las personas vacunadas (98%) y con niveles de anticuerpos más de 10-20 veces superiores a los logrados con la infección natural Efectivamente, en el 50% de las mujeres infectadas por HPV tras una relación sexual el organismo no llega a formar anticuerpos, y cuando lo hace, lo es en cantidades mucho menores que las conseguidas por la vacuna, de manera que no queda protegida contra la reinfección. De ahí también que puedan vacunarse mujeres que han tenido infección previa por HPV.
Indicaciones, vía y pautas de administración de las vacunas HPV
Ambas vacunas se indican especialmente en mujeres entre 10 y 25 años para la prevención de lesiones precancerosas y del ulterior cáncer de cuello uterino relacionados con los HPV (y en el caso del Gardasil, también para la prevención de los condilomas acuminados), aunque naturalmente también pueden aplicarse estas vacunas con posterioridad y son igualmente eficaces (demostrado hasta los 45 años). Cervarix® se aplica por vía intramuscular, en tres dosis, puestas a 0, 1 y 6 meses. Gardasil® se aplica igualmente por vía intramuscular, en tres dosis, aplicadas a 0, 2 y 6 meses.
Eficacia y seguridad en general
Su valor fundamental es, como se ha indicado, para la prevención de las lesiones precancerosas y cáncer de cuello uterino (y en el caso de Gardasil®, para los condilomas), pero en cualquier caso, el posible potencial preventivo de ambas vacunas sería la infección incidente y persistente y las lesiones precursoras de cuello, vagina y vulva. Además, podrían prevenir cánceres de ano, pene, orofaringe, amígdala o piel (no melanoma). Y está en discusión si también pueden prevenir otros cánceres no mencionados. El Gardasil además, previene la papilomatosis respiratoria y la eritrodisplasia verruciforme.
Los efectos indeseables, sin embargo, son pocos. Artralgia, astenia, fiebre, cefalea o mialgia, son similares a lo que ocurre con placebo, pero en el grupo vacunado hay más dolor, enrojecimiento y tumefacción en el lugar de la inyección, aunque sin trascendencia.
Otros aspectos discutibles